El precio del oro, un metal precioso ampliamente valorado por su belleza y su función como reserva de valor, se determina principalmente mediante dos mecanismos: los mercados de futuros y los mercados al contado.
En los mercados de futuros, los inversores y las instituciones financieras acuerdan comprar o vender oro a un precio específico en una fecha futura determinada. Estos contratos de futuros se negocian en bolsas de valores especializadas, como el COMEX en Estados Unidos, y reflejan las expectativas del mercado en cuanto a la oferta y la demanda futuras, así como otros factores macroeconómicos.
Por otro lado, los precios al contado del oro se determinan en transacciones directas entre compradores y vendedores en los mercados físicos o electrónicos. Estas transacciones se basan en el precio actual del oro en el momento de la compra o venta, y pueden variar según la disponibilidad, la pureza y otros factores específicos de cada transacción.
Además de estos mecanismos de mercado, el precio del oro también puede influenciarse por una variedad de factores externos, como la oferta y la demanda globales, la política monetaria de los bancos centrales, las condiciones económicas y geopolíticas, y las fluctuaciones en los mercados de divisas.